17/4/10

Malas ventas


ALEX ROBINSON, Malas ventas

En la ciudad de Nueva York Sherman busca un nuevo piso donde vivir, y Stephen y Jane le alquilan una habitación. Sherman es un recién licenciado que quiere convertirse en escritor (a pesar de lo mal que escribe, todo hay que decirlo) y mientras tanto trabaja en una librería. Stephen da clases de historia tres día por semana y Jane, su novia, es dibujante de cómics. Ed, que fue a la universidad con Sherman y pretende hacerse dibujante de cómics, lo ayudará a mudarse. En una fiesta Sherman conocerá a una chica llamada Dorothy, escritora en una popular revista, y comenzarán un idilio amoroso. Por su parte, Ed comenzará a trabajar de ayudante para un viejo dibujante que fue estafado por la editorial de cómics más importante y le ayudará en una batalla mediática contra ellos, en el transcurso de la cual conocerá a Hildy, a la que no se atreverá a pedir una cita.

Este es más o menos el planteamiento con el que se inicia la historia de Malas ventas. A partir de ahí, argumentalmente, es obvio que lo que nos encontraremos será una amalgama de situaciones cotidianas como las que pueden darse en la vida de cualquier persona. Pero es que el cómic no pretende ofrecernos una historia impactante, sino más bien una serie de personajes para que nos identifiquemos con ellos (o no lo hagamos). Un detalle curioso es que, si bien Sherman se presenta desde un principio como el protagonista de la historia, lo hace en parte como un truco narrativo (ya bastante manido), en parte porque resulta más sencillo que un solo personaje lleve el peso de la historia. En realidad la novela no trata sobre él, sino sobre las vidas de todos los personajes mencionados en ese período de tiempo. Las situaciones se sucederán unas a otras, y veremos como muchas de ellas no afectan a Sherman, por lo que, conforme avance el relato, lo iremos desechando como protagonista en favor de Ed, que irá adquiriendo un protagonismo cada vez mayor y que finalmente se acabará revelando como el narrador de la historia. Pero ninguno de los personajes destaca realmente sobre los demás y ninguno es tampoco idealizado, todos tienes sus elementos negativos y positivos, lo que los mantiene en el plano de la realidad y provoca que el proceso identificativo del lector no se dé con ninguno de ellos en concreto, sino que cada lector puede escoger a su "héroe".

Resulta chocante también cierto rencor que Robinson parece tener contra el mundo de la literatura. De sobra es conocido que hasta hace bien poco el mundo del cómic no era considerado como literatura seria, y todavía no lo consideran así muchas personas. Esto parece molestar sobremanera al autor, y para explicarlo avisaré que a partir de aquí debo desvelar el final de la historia. Por un lado tenemos a Sherman y a Dorothy, escritores del "mundo serio". Del primero sabemos por los muchos fragmentos que leemos a lo largo de la novela que no tiene ningún talento aunque él no parezca darse cuenta y de la segunda que perderá su trabajo y nunca más volverá a encontrar otro en el que pueda escribir, no siendo felices al final ninguno de los dos en su vida en común. Al contrario les sucede a Jane y a Ed, pues los dos acabarán publicando y prosperando en el mundo del cómic, con la consiguiente felicidad familiar. Parece este final una especie de venganza contra ese mundo literario que relega los cómics al desierto de los objetos sin importancia. Además, durante la novela entraremos varias veces en el librería en la que Sherman trabaja, lugar siempre opresivo, lleno de libros y cultura de la que nadie parece saber nada; todos los clientes compran a ciegas, sin saber muy bien qué, como seres analfabetos que se han perdido y nadie entiende cómo han llegado hasta ahí. Sin embargo la tienda de cómics es un lugar agradable donde pasar ratos libres, encontrar cosas que les gustan y lleno de gente qué sabe lo que ha ido a buscar. Parece, como digo, una venganza del mundo del cómic contra el de la literatura "seria". Esta madurez alcanzada por el cómic se hace presente en la batalla que Flavor, el jefe de Ed, lleva a cabo para recuperar los derechos del personaje que creó hace años, y que presenta un pasado infantil, frente a un presente más adulto representado en los nuevos valores que constituyen Jane y Ed.

Toda la historia está muy bien llevada y en ningún momento se hace larga ni pesada a pesar de sus 600 páginas, si bien es cierto que en su afán por desarrollar todos los personajes por separado, en ocasión damos con escenas sobrantes, incluso teniendo en cuenta que estamos en una historia en la que prima la diversidad más que otra cosa.

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