31/10/09

El almanaque de mi padre


JIRO TANIGUCHI, El almanaque de mi padre

El tema del viaje como método para que el héroe alcance su madurez es un filón que parece no tener fin a la hora de contar una historia. Ya sea en los orígenes (La odisea), en clásicos nacionales (Don Quijote), en relatos fantásticos (El señor de los anillos), en el más puro cine de acción (Mad Max) o en narraciones de corte costumbrista como la que nos ocupa. En ella el protagonista deberá regresar a su pueblo natal para acudir al entierro de su padre, con el que hacía años que no hablaba y del que tenía una visión distorsionada e infantil. En ese viaje descubrirá la verdad sobre sus padres y lo injusto que había sido con el muerto durante toda su vida.

Sólo una cosa me gustaría destacar de esta joya del cómic, y es su capacidad para no explicar los sentimientos que van surgiendo en el protagonista, sino tan sólo insinuarlos y dejar que estos lleguen al lector por medio de las escenas dibujadas, haciendo gala de un excelente trabajo pictórico. Hay que tener en cuenta que ese juego de sentimientos que no llegan a expresarse del todo son el principal motor de la historia, constituyendo el gancho que hace al lector implicarse en la historia y continuar leyendo.

Como he dicho anteriormente el cómic se ha hecho adulto y hay que replantearse, los que aún no lo hayan hecho, su categoría de novela.

26/10/09

Botchan

NATSUME SOSEKI, Botchan

Botchan tiene una peculiaridad que puede confundir al lector y que comparte con otras novelas clásicas como, por ejemplo, El Buscón de Quevedo: el protagonista es algo ajeno a él, con el que jamás puede identificarse y que parece haber sido puesto ahí para recibir nuestra carcajada castigadora. Se trata de un hombrecillo estúpido y que además parece esforzarse en demostrar que lo es, lo que impide que tengamos ninguna lástima por él. Sólo está ahí para provocar nuestra risa. Y aquí debo matizar, pues sólo sonrisas ha provocado en mí su lectura; nada de extrañar por otro lado, pues novelas como La aventura del tocador de señoras, que en otros parecen haber causado una gran hilaridad, tampoco me la han causado tanto a mí.
Se trata sin embargo de un humor bastante básico, basado en la burla, bastante clásico, ya saben: turpitudo et deformitas. Así pues, la risa del lector es una risa despiadada que se ceba en el protagonista.
Botchan es un señorito de ciudad que se ve obligado a trabajar en un pequeño pueblo. Una vez allí él desprecia a todo el mundo por su provincianismo, pero no puede evitar ser burlado por todos aquellos que él considera inferiores, produciéndose de ese modo cierta sátira contra esa sensación de superioridad que exhiben muchos habitantes de las grandes ciudades (y no tan grandes). Pero esa sátira no es ni mucho menos total y debe ser matizada, pues los habitantes que aparecen en esa aldea resultan igualmente ridículos, dando en muchas ocasiones a Botchan su merecido castigo, pero resultando ellos también seriamente dañados.
No puedo evitar, como he comentado antes, que todo lo que aquí se narra me recuerde al Buscón. No podría afirmar que Soseki lo conociera, aunque es posible, pues él recibió su formación en Inglaterra. En todo caso, haciendo caso a mis fantasías quevedescas, resulta interesante leer las desventuras de Botchan con Pablos en la cabeza: en ambas novelas los protagonistas debían enfrentarse al mundo por sus propios medios casi contra su voluntad y, extrapolándolo a la época, no olvidemos que Soseki vivió la era Meiji, en la que el Japón no tuvo más remedio que enfrentarse a la relación con occidente. Relación en la que se sintió como un niño pequeño en la que debía pero no quería aprender de sus maestros de los ojos enormes.
Obra maestra.

22/10/09

Ghost In The Shell

SHIROW MASAMUNE, Ghost In The Shell

Al leer Ghost In The Shell me da la sensación de estar ante la ópera prima de un novato con mucha ilusión en su proyecto, que ha comenzado a escribir (y dibujar) sin saber muy bien a dónde quería llegar pero que, quizá atrapado por la magia de su narración, ha arribado a puertos de muy alto nivel. Si bien los primeros capítulos parecen algo perdidos dentro de lo que sería una narración con presentación, nudo y desenlace, la historia va tomando forma al tiempo que avanza, poniendo casi todo su énfasis en la evolución de sus personajes e involucrándonos en la temática más que en un verdadero desarrollo argumental.

Pero quizá sean dos las notas más destacables de Ghost In The Shell. La primera de ellas la densidad de sus diálogos, creando unos bocadillo descomunales en ocasiones y cargadísimos de información, tanto relevante para la historia, como supérflua, únicamente destinada a la calidad de la ambientación ciberpunk.

La segunda sería el diálogo que Masamune articula con el lector de manera paralela a la historia, mediante las notas a pie de página que introduce. En ellas sucede algo similar a lo que ocurría en los bocadillos: parte de esa información está dedicada a afianzar la estética ciberpunk en la que se desarrolla la historia, y parte, en lugar esta vez de desarrollar la historia, está dedicada a establecer un diálogo filosófico no al margen de la novela, sino apoyándose en ella. El propio autor indica que la lectura simultánea de notas e historia puede hacer que nos perdamos en esta, y recomienda hacer dos lecturas independientes.

El cómic (o manga en este caso) se ha hecho adulto y Ghost In The Shell resulta ser una novela densa y complicada en ocasiones pero también muy apetecible.

16/10/09

El asesinato de la profesora de lengua

JORDI SIERRA I FABRA, El asesinato de la profesora de lengua


¿Quién dijo que las segundas partes nunca fueron buenas? Pues aquí tenemos la versión infantil que ataca esos convencionalismos. Si he de ser sincero esta segunda parte no aporta nada sobre la primera, pero sigue con efectividad el plan que se planteaba desde el principio de ser un entretenimiento infantil útil y divertido.


El argumento es similar al anterior (El asesinato del profesor de matemáticas) y viene a repetir la misma historia pero cambiando las pruebas matemáticas por otras lingüísticas y el deseo de esclarecer el asesinato del profesor por el de evitar el propio asesinato a manos de la profesora. Sin embargo esta repetición no disminuye su calidad, puesto que se convierte en un vehículo perfecto para acostumbrar al descubrimiento cultural a los niños, evitando esa esquizofrénica literatura infantil actual tan en boga, desgraciadamente, en estos días.


Repito lo anteriormente dicho: olvídense de tanto Harry Potter y entreguen esto a sus niños.

14/10/09

Confesiones de una máscara



YUKIO MISHIMA, Confesiones de una máscara

No puedo evitar comenzar aventurándome en terrenos extraliterarios que en bien poco conciernen a la "autobiografía" en cuestión: Mishima es el creador o cuando menos el mejor publicista de los emos. No en vano la presentación del protagonista se hace, al principio de la novela, con la siguiente sentencia: "Pero no puede negarse la tendencia de mi corazón hacia la Muerte, la Noche y la Sangre". Bien es cierto que por el desarrollo posterior nada tiene este muchacho que ver con ellos pero, qué quieren, viviendo en el mundo en el que nos ha tocado vivir la relación se vuelve inevitable.

Quizá lo más discutible sea el carácter autobiográfico que el propio autor atribuía a esta novela, hasta el punto de que al entregarlo a su editor, a los veinticuatro años, lo hizo con el anuncio de que esa era la primera de sus autobiografías. Resulta difícil dar crédito a esta afirmación si tenemos en cuenta la grandilocuencia mezclada con elementos ridículos que rodean al protagonista, demasiado extremos incluso para un hombre del tipo de Mishima (este choque de conceptos recuerda incluso al del Buscón).

El autor parece empeñado en no dejar que su personaje se reconcilie con la sociedad, siempre le está poniendo trabas de tipo moral (y aquí me recuerda una vez más a los emos) según las cuales él es "raro" y es por eso que no puede ser feliz en este mundo. En realidad lo que arrastra es una serie de tabúes que hoy en día no resultarían problema de ningún tipo (básicamente se trata de un sádico y homosexual) pero que en la rígida mentalidad japonesa de posguerra resultaban todo un problema, pero también una paradoja, pues Mishima se oponía a perder esa moral tradicional.

No se trata de una novela, de todos modos, anclada en el Japón tradicional, sino que recurre constantemente a motivos literarios occidentales, muchas veces de forma evidente, incluso nombrándolos aun en boca de un niño que resultaría harto complicado que los conociese, otras veces de forma más velada, haciendo uso de ellos pero sin nombrar explícitamente las fuentes: "No padeces esa tristeza que sigue a la unión carnal con una mujer".

Les dejo a continuación con un párrafo que les dará una idea de lo que es la novela y les animo a leerla sin dilación:

Conduces a la víctima a una curiosa columna hexagonal, lo cual haces llevando oculta, a la espalda, una cuerda.Entonces atas su desnudo cuerpo a la columna, colocándole los brazos por encima de la cabeza. Procuras que ofrezca mucha resistencia y que grite mucho. Das a la víctima una detallada descripción de su próxima muerte, y mantienes en todo momento una extraña e inocente sonrisa en tus labios. Sacas del bolsillo un cuchillo muy afilado, te acercas a tu víctima y le cosquilleas levemente, como acariciándolo, la tensa piel de su pecho con la punta del cuchillo. Jadea a rugidos, aterrado. Le tiemblan las piernas y sus rodillas entrechocan produciendo un seco sonido. Lentamente introduces el cuchillo en el pecho. (¡Sí, ése es el indignante acto por ti cometido!) La víctima arquea el cuerpo, emite un desolado y desgarrador chillido, y un espasmo estremece los músculos alrededor de la herida. El cuchillo ha sido clavado en la carne estremecida con la misma calma con que hubiera sido enfundado. Salta un chorro de sangre burbujeante, y la sangre sigue manando hacia los suaves muslos de la víctima.