19/4/10

Los detectives salvajes


ROBERTO BOLAÑO, Los detectives salvajes

El mejicano Ulises Lima y el chileno Arturo Belano viajan perdidos por el mundo. En otro tiempo fueron amigos, los líderes de un renacido movimiento literario en Méjico llamado el realismo visceral, pero ahora hace ya mucho tiempo que el uno no ve al otro. No sabemos qué los ha distanciado tanto pero tampoco podemos dejar de seguirlos. Los dos parecen marcados por un sino fatal. Lima parece arrastrarse por el mundo más que vivir y Belano busca su propio fin de forma constante. Cuando vivían en Méjico eran importantes dentro de su círculo, había gente que los seguía, personas que los admiraban. Ahora todo eso ha acabado y sus vidas se han visto condenadas al anonimato: quizá quemaron todos sus cartuchos cuando todavía eran demasiado jóvenes. Entonces tenían amores pasajeros que nunca llegaron a importarles demasiado, ahora son incapaces de retener aquel que querrían conservar para siempre; entonces la falta de dinero no parecía afectarles, ahora apenas les alcanza con el que tienen para seguir viviendo al día siguiente. Sólo una cosa parece no haber cambiado: el sexo como motor de sus vidas y de las de todo aquel que se cruza con ellos, el sexo como objetivo y al mismo tiempo como elemento intrascendente que siempre está ahí, que siempre nos acompaña, y como vehículo y representación última del amor.

Todo lo que podemos llegar a saber de ellos es sólo a través de terceras personas, pues a pesar de ser los líderes de su movimiento literario, los auténticos creadores cuya escritura el resto trata de seguir, ninguna página de su puño y letra nos ha llegado, y sus existencia se ha vuelto difusa, irreal, al ser lo único que tenemos las palabras de otros que aseguran haberlos conocido.

En su deambular por el mundo la vida ha demostrado ser más fuerte que cualquier amistad que los hubiera unido y ahora uno ya casi ni sabe quién es el otro. Ya no se tienen el aprecio que se tuvieron, incluso han llegado a insultarse en la distancia. Ni los amores que les cambiaron han sido capaces de hacer frente a la vida, han sido abandonados por ellos y sólo la poesía parece ser eterna compañera.

Sólo uno de ellos regresará al punto de origen al finalizar su viaje, no hace falta decir quién, su nombre lo delata, sólo uno volverá a ser amigo de los que ya lo fue en su juventud, el otro sencillamente se perderá y se convertirá en leyenda, ya nadie podrá volver a dar noticias de su paradero y cada vez que se hable de él seguirá teniendo la misma edad que la última vez que de él se supo. Así su nombre se convertirá en una leyenda fugaz para aquellos que lo conocieron, pero para nadie más, pues sus poemas parecen haber sido tragados por la tierra que nunca devuelve lo que se lleva, y nada quedará de ellos, tan sólo una historia imprecisa y ya demasiado teñida de irrealidad.

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