1/2/11

Perder teorías


ENRIQUE VILA-MATAS, Perder teorías

Quizá no hay sido la manera más apropiada comenzar a leer a Enrique Vila-Matas por este título, pero así ha sucedido, de modo que pediré disculpas de antemano a los profundos conocedores del mundo literario, que yo desconozco por completo, de este novelista, si digo algo ajeno a su literatura que pueda ser tenido por una metedura de pata monumental.

Hace un par de meses Enrique Vila-Matas estuvo en Pamplona presentando su nueva “novela” Perder Teorías. Allí dio un pequeño discurso plagado de errores gramaticales bastante abundantes hoy en día, que me hicieron echarme atrás en buena medida en mi decisión de leer por fin algo de este señor (ya rondaba por mi cabeza entonces leer su última novela, Dublinesca, a la que aún no me he acercado). A esta impresión se añadió la “extraña” sintaxis utilizada en el título del libro, aunque he de reconocer que, en un inexplicable proceso mental, quizá eso haya influido en la decisión final de leerlo.

Perder Teorías es un falso (o así me lo parece) episodio biográfico del señor Vila-Matas en la ciudad de Lyon, a donde ha ido como participante en un simposio internacional. Una vez allí, va a la habitación de su hotel y se queda allí esperando a que los organizadores del evento se pongan en contacto con él, mientras su mente empieza a divagar sobre lo que debería ser una teoría general de la novela.

La prosa utilizada en esta novelita metaliteraria es extremadamente sencilla, cosa que se adapta muy bien a su clara intención de centrar la atención sobre las ideas y no sobre la historia ni la forma, aunque al mismo tiempo lo que defiende es la supremacía de la forma sobre la historia como razón de ser de la novela, y tampoco renuncia a varios giros novelescos (esto es, de historia), entre los que destaca ese final en el que el protagonista esquiva a sus mecenas. Queda claro, pues, que en estas breves páginas priman los contrastes, que niegan inmediatamente con los “actos” lo que acaba de ser dicho con las palabras. Mediante esta pequeña historia encaminada a aumentar la leyenda de “bicho raro” de Vila-Matas en la que él parece sentirse bastante a gusto, extrae cinco máximas que, considera, son las de deben regir toda novela (no las escribiré porque considero que tiene más interés leer la novela y por tanto el proceso por el que se llega a ellas). Esas máximas son las que aplicará a su próxima novela, dice, tratando de mezclarse lo más posible con su personaje, que sin lugar a dudas es Dublinesca, así que parece que no me quedará otro remedió que leerla para ver en qué acaba todo esto.

Una cosa al menos ha hecho extraordinariamente bien el autor en esta última incursión literaria, aunque por lo que dijo en Pamplona eso se lo debemos más bien a su nueva editorial, y es que haya publicado estos dos títulos por separado, creando así cierto juego literario que obliga a volver sobre la novela tras haber leído el tratado, para buscar, como buenos investigadores, en ella las cinco máximas que toda novela moderna debe cumplir.

2 comentarios:

Francis dijo...

¡Ajá! Así que caíste... ;)

Black Queen dijo...

Efectivamente.