20/3/11

La casa de enfrente


VANYDA, La casa de enfrente

El prólogo que precede a La casa de enfrente supone todo un canto de alabanza a la presentación de escenas cotidianas que este cómic lleva a cabo, y no miente respecto al hecho de que la historia está conformada por dichas escenas, pero sí al insistir en su grandeza. Quiero decir que la novela gráfica no está mal, pero le falta algo, algo muy concreto: la historia. No me refiero con esto a que los procedimientos narrativos sean malos, pues no lo son, ya podría más de un cómic pretendidamente moderno tomar nota de ellos. Pero vamos por partes. El mayor, y quizá único, defecto de La casa de enfrente es que nos vemos inmersos en una historia ya comenzada y que no lleva a ninguna parte. La autora pone tanto empeño en la presentación de las escenas y la descripción psicológica de sus personajes (y lo hace muy bien) que se olvida de ofrecernos algo más, algo a lo que el lector pueda agarrarse para contar luego lo que ha leído.

Me resulta inevitable comparar esta novela gráfica con otra que reseñé anteriormente en este blog: Malas ventas. Cada uno de estos dos cómics brilla en los aspectos en los que el otro falla. Me explico. Ambos retratan el mundo de la cotidianeidad, pero mientras La casa de enfrente no pasa de presentar unas cuantas escenas, Malas ventas desarrollaba toda una historia alrededor de sus personajes que, aunque bien retratados psicológicamente, eran vapuleados a menudo por una forma de presentarlos demasiado simplista, a veces pobre. En el cómic que nos ocupa, sin embargo, a pesar de encontrarnos con una serie de personajes en la mitad de sus historia y de los que no sabemos nada, todas nuestras carencias documentales se resuelven por medio de sus acciones y de diálogos, sin necesidad siquiera de recurrir a un torpe "flashback" que interrumpa el ritmo narrativo del episodio.

En su interés por retratar la vida cotidiana lo abarca todo: la diversión, el aburrimiento, las peleas de pareja, la vida familiar, los despistes, las amistades... Poco de lo que habitualmente nos ocurre ha podido quedar al margen de este retrato de costumbres. Porque de eso se trata en realidad, de una pintura detallista de la vida cotidiana, y a ese respecto alcanza casi la perfección, aunque sigo pensando que el desarrollo de su historia es lo que lo habría convertido en una novela, en lugar de contentarse con ser una pintura.

No hay comentarios: