8/5/10

Kiki de Montparnasse


CATEL & BOCQUET, Kiki de Montparnasse

La historia trata sobre una modelo que hace carrera en el París de la bohemia: mal empezamos. Advertiré antes de comenzar que me resulta difícil ser objetivo, pues siento no poca aversión hacia todo esa teatralidad de la bohemia, quizá por lo mucho que he tenido que sufrirla en mis años de universitario; pero que quieren, en una carrera como la filología uno se encuentra con demasiado sufridor con ganas de exhibir una supuesta liberalidad sexual.

A lo que iba. Kiki es una niña de provincias que va a vivir con su madre a París. Allí, al crecer, se hace modelo para pintores y toda su vida a partir de ese momento la pasará metida en el mundo de los artistas, el sexo y las drogas. Solo falta el rock'n'roll, vamos. El caso es que a pesar de todo este atrevimiento argumental no encontramos nada novedoso ni impactante en sus páginas; la disposición de las viñetas es muy clásica, al igual que los puntos de vista que nos ofrecen, e incluso nos damos de bruces con cierta moralina antridrogas llegados a un punto de la lectura.

Sin embargo sí que se nota cierta ambición en la novela, aunque no llegue a conseguirse su objetivo. Parece que los autores pretenden que esta novela gráfica suponga para Francia algo así como lo que La época de Botchan supone para el Japón. La representación de una de las épocas artísticas más importantes de cada uno de los dos países en el mundo moderno. Sin embargo toda la representación social que la obra de Sekikawa conseguía está ausente de esta Kiki de Montparnasse. En lugar de captar la esencia de la época, lo que nos ofrecen es tan solo un desfilar de anécdotas intrascendentes que poco aportan a la ambientación o al relato. Es más, muchas acciones quedan sin continuidad y se nos hace difícil entender después por qué sucede lo que sucede. Por ejemplo, cuando Kiki se hace modelo la ruptura con su madre es casi de odio pero luego su muerte supone la pérdida de un ser muy querido, al tiempo que no entendemos el porqué del odio de las mujeres de su pueblo, con las que hasta entonces parecía llevarse de maravilla. No se consigue tampo una identificación con la protagonista, a la que vemos pasar por la historia sin que nos importen demasiado sus victorias o desventuras.

Comparando esto de nuevo con La época de Botchan, quien lea Kiki no entenderá la época artística ni política por la que pasaba el país, como sí ocurría en aquella, ni entenderá la relación con el extranjero, los Estados Unidos en este caso, como sí ocurría en aquella, ni comprenderá el porqué de la aparición de tanto personaje del mundo de la cultura, como sí ocurría en aquella, y así un largo etcétera. Y no crean que esta comparación es gratuita, pues Kiki de Montparnasse sí que persigue todos esos objetivos, pero lamentablemente ese gran objetivo termina quedando en nada.

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